Viktor Orban, primer ministro de Hungría, que ocupará la presidencia de la UE en el primer semestre de 2011, animó a las autoridades irlandesas a solicitar el rescate cuanto antes. "Mi experiencia", precisó Orban, "es que cuanto más se tarda en tomar las medidas estrictas y necesarias, más alto es el coste de la crisis".
El comisario de Asuntos Económicos y Monetarios, Olli Rehn, insistió en que "la situación de Irlanda es muy, muy seria y no hay tiempo que perder". Rehn precisó que "el programa de ayuda establecerá condiciones fiscales y económicas". Irlanda precisa fondos para devolver los depósitos a los clientes de sus bancos en crisis que tendrá que reestructurar o liquidar directamente. Una de las condiciones que exigirán la UE y el FMI es la presentación de un programa de ajuste que implicará una subida de impuestos. En Bruselas ya sentó muy mal la decisión unilateral de Dublín de garantizar el 100% de los depósitos bancarios al principio de la crisis en septiembre de 2008, poco después del derrumbe del banco estadounidense Lehman Brothers.
El ventajoso sistema fiscal irlandés constituye otro foco de malestar permanente entre los socios comunitarios, especialmente por el bajo tipo en el impuesto de sociedades, del 12,5%, menos de la mitad de la media europea. La indignación por este sistema de auténtico dumping fiscal deriva sobre todo del trato a las multinacionales extranjeras en Irlanda, prácticamente exentas de este impuesto.
El ministro de Finanzas se puso ayer la venda antes de la herida al rechazar la idea de que su país pueda ser obligado a aumentar el impuesto de sociedades, que ha servido de principal atractivo para el aterrizaje de miles de compañías extranjeras. "Evidentemente nuestro impuesto de sociedades", señaló Lenihan, "no está amenazado, porque está en el campo de la fiscalidad preservado por los Tratados Europeos". "Es una cuestión que no se plantea, porque es algo fundamental para nuestras perspectivas de crecimiento", añadió.
Bruselas está pendiente del programa de ajuste de 15.000 millones de euros para los próximos cuatro años que Irlanda debe presentar antes de finales de mes. El rescate podría rondar los 100.000 millones de euros. Según Rehn, el programa de ayuda será acordado con el FMI y las autoridades irlandesas y "estará centrado en la reestructuración del sector bancario". El ministro belga admitió que estaba convencido de que "será difícil para el BCE ir más lejos en el mantenimiento en términos de aportaciones de liquidez para los bancos de ciertos Estados miembros, y quizá de entrada en Irlanda".
La concesión de importantes ayudas europeas para salvar bancos ?que han incurrido en prácticas temerarias con todo tipo de riesgos y que ya han comprometido unos 60.000 euros para cada ciudadano irlandés? no ha despertado hasta ahora especial preocupación entre los políticos. "No me produce problemas éticos, máxime cuando estamos trabajando en mecanismos que hagan que el futuro de esta crisis la paguen los propios sectores financieros", señaló la vicepresidenta del Gobierno español, Elena Salgado.
Tanto el comisario Olli Rehn como el presidente del Eurogrupo, Jean Claude Juncker, han subrayado, no obstante, que en los planes de rescate de Grecia, Irlanda y Portugal, "no habría participación del sector privado". La exigencia alemana de que los bancos contribuyan también a sufragar las pérdidas de los países que declaren el impago de una parte de su deuda no entrará en vigor hasta que se ponga en marcha el mecanismo de rescate permanente, a mediados de 2013.
Aunque la UE dispone ya de dos fondos de rescate del 60.000 y 440.000 millones, respectivamente, la distribución del esfuerzo entre países empieza a crear disensiones en la UE. El ministro de Finanzas sueco, Anders Borg, manifestó ayer que "la financiación del mecanismo de crisis debería estar basado en el nivel de deuda de cada país, más que en función de su producto interior bruto" que es como opera ahora.
Los problemas financieros están eclipsando las dificultades de fondo de la UE, como son el bajo crecimiento y el aumento del paro. Sobre este aspecto, el presidente de los socialistas europeos Poul Rasmussen señaló: "La crisis muestra que necesitamos más que un mecanismo de gestión de crisis basado en préstamos nacionales: lo que precisamos ante todo es un plan europeo para el empleo, el crecimiento y la sostenibilidad de las finanzas públicas".
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